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El día a día de un locutor profesional.

La gran mayoría de los mortales hemos tenido diferentes trabajos. En mi caso he trabajado como mozo de almacén, teleoperador, recepcionista de hotel, profesor de inglés para niños, backliner de un grupo de música y locutor de radio, entre otros. En casi todos ellos te debes a un horario concreto y unos días laborables determinados. Como la cosa está así establecida ni se te pasa por la cabeza no aparecer un día por el curro porque no te has levantado de buen humor, está lloviendo y se está mucho mejor arropadito en la cama, saliste el día anterior y la resaca te mata, has tenido un bajón emocional con tu pareja y no encuentras razón para salir de casa o simplemente pasas totalmente de la vida ese día. Seguro que os suena todo esto.

Este fue mi lugar de trabajo durante una época de mi vida. ¡Qué grandes recuerdos!

Pero el caso de un locutor profesional es un poco diferente. Nuestra vida laboral gira en torno a castings, al envío de demos, a llamadas de algún estudio de grabación que requiere de tus servicios para hacer publicidad o doblaje de forma presencial, etc. Y claro está que la gran mayoría de esas situaciones no sucede cuando uno quiere, se rigen por factores externos a ti. Y esto es un peligro. Entendiendo peligro como dejar que la procrastinación (si, me flipa esta palabra) se adueñe de tu vida. Cuando no tienes horarios, trabajar desde casa y ser tu propio jefe a veces puede volverse en tu contra. Y es precisamente por esto por lo que nos tenemos que poner serios. Actualmente trabajo para la televisión regional de mi comunidad grabando promociones internas de los programas que hay en antena. Esto me asegura cierto nivel de trabajo casi a diario, obviamente sin saber nunca las horas ni la prisa que requiere la grabación de ese guión en concreto. El no tener claro si hoy vas a tener movimiento o no te coloca en una situación que a priori puede parecer privilegiada, pero os aseguro que no lo es. ¿Por qué? Por las comeduras de olla del pequeño autónomo: las facturas de todo tipo (teléfono, comunidad, electricidad,…), la propia cuota de autónomos, reza para que no se te estropee el coche o cualquiera de los equipos con los que trabajas (micros, previo, tarjeta, etc.) y así un centenar de cosas más. ¿Mola no ser asalariado de ninguna empresa? Mola. ¿Que la vida es más complicada en ciertos momentos? Sin duda alguna lo es. Y por eso te tienes que mantener fuerte.

Mis días comienzan en la cama despertando la voz con una serie de ejercicios que he ido recabando con el paso del tiempo, investigando mucho en la red, asistiendo a talleres específicos o poniéndome en manos de profesionales de la voz. En otra entrada del blog os contaré más acerca de estas rutinas. Es fundamental cuidar la herramienta de trabajo, lo que te da de comer y paga todas esa facturas e imprevistos que pueden surgir. No podemos caer en la tentación de tomarnos días libres por completo cuando no recibes ninguna llamada de trabajo. Por ejemplo, yo dedico esos momentos a seguir posicionando y publicitando mi negocio de locución, mi producto (que soy yo). Y digo todo esto desde la experiencia de haber hecho todo lo que os estoy diciendo que no se debe hacer. Cuando has estado en ambos extremos la realidad te golpea duro, te hace sentir que has malgastado el tiempo. El revulsivo para mí fue una conversación con una de las personas que más quiero en este mundo lo que me hizo darme cuenta de en qué punto estaba y en qué punto debería estar. El cambio es posible si uno quiere obrarlo. Así que no te duermas en los laureles, mantente activo de mente y cuerpo, practica cada día tu dicción, muscula tu boca con ejercicios específicos para profesionales de la voz, mueve tus redes sociales y quiérete mucho como persona. Si lo haces, serás un espejo para el resto. Ahí lo lleváis 😉 ¡Hasta la próxima! Sed felices.

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